Bahía Blanca: Una mujer quiere ser chofer de colectivo y en 5 años no logró que le tomen una prueba

“Estoy capacitada para trabajar a la par de cualquier hombre”, dice María Bravo. Ya recurrió a la Justicia.

María Cecilia Bravo maneja un taxi en Bahía Blanca y en los días de franco, conduce colectivos de larga distancia a lugares cercanos a la ciudad. Hace cinco años que pelea por un puesto de chofer en las empresas de transporte urbano pero no logra siquiera que le tomen una prueba. “No peleo para que me den un trabajo porque soy mujer. Lo hago porque estoy capacitada para trabajar a la par de cualquier hombre y sé que voy a cumplir” dice Cecilia que el año pasado recurrió a la Justicia para que la tengan en cuenta. Aún espera una respuesta.

Experiencia no le falta, desde que hace ocho años comenzó a llevar gente en micros a la termoeléctrica de Ingeniero White y al arsenal naval en la base Espora, a 20 kilómetros de la ciudad. «Algunos me miraban con cara de susto y las mujeres eran las que más dudaban», recuerda de sus comienzos. En 2013 le dieron a manejar, por primera vez, un colectivo de dos pisos y ya ha transportado contingentes turísticos a Concordia, Chaco y hasta Camboriú, en Brasil. Dice que en esos tramos largos «cada día se aprende algo nuevo» y los kilómetros acumulados le dan argumentos para rebatir a los que ponen en duda su confiabilidad al volante.

“Qué pasa si pincho una rueda, me preguntan y ya me ha tocado un par de veces. Con mi compañero nos hemos embarrado de pies a cabeza, para hacer rodar semejante gomón y cambiarlo», recuerda. También ha tenido que renovar filtros, correas y aprender a escuchar el ruido del motor para identificar un problema. «Otros me dicen que con lo que hago, estoy pidiendo que echen a alguien. No es así. La Defensoría que me ayuda con el amparo, constató que en estos cinco años, hubo muchas vacantes y no echaron a nadie. Pero a mí, de las tres líneas que hay en la ciudad, nunca me llamaron» enfatiza.

La tranquiliza que los cuestionamientos sean de tipo personal y no profesionales, pero la subleva la falta de respuesta de las empresas, una de las cuales es municipal. «El silencio es lo que más me duele, que te ignoren. Prefiero que me llamen y me den una excusa, a que no me respondan. Esto yo no lo hago como un hobby, sino porque amo conducir y lo necesito», responde a quienes, en las redes sociales, dicen que la atrae el buen sueldo que cobran los choferes locales.

Madre de tres hijos con 48 años, tiene al menor de 18 a cargo y su mamá pensionada, le ayuda para el sostenimiento del hogar. Son los que aparecen enseguida cuando la lucha flaquea. «Cuesta ser punta de lanza para abrir un camino y a veces quiero bajar los brazos. Pero ellos enseguida me ayudan a seguir», dice de su entorno familiar.

Hace unos días, aceptaron la apelación al fallo de primera instancia que le había rechazado el amparo y presentó su caso al INADI, por lo que confía en lograr lo que tanto busca. «Solo quiero que me dejen probar que sé hacerlo. Me puedo equivocar como cualquiera, pero el examen puedo pasarlo porque tengo la experiencia suficiente», explica confiada Cecilia que integra un grupo de whatsapp de unas veinte mujeres que manejan colectivos en el país, «Nos damos fuerza entre todas. Somos solo dos las que hacemos larga distancia ahí, con otra chica de Misiones, con la que nos vimos en un viaje hace un par de años. También están las que conducen los trolebus de Mendoza».

 

Fuente:

Clarín

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