Inició vuelos Buenos Aires-Córdoba que cuestan lo mismo que un viaje en micro; el transporte de larga distancia reclama y prepara su estrategia.
Córdoba – Andes, empresa privada de capitales nacionales, se suma a la «guerra» aerocomercial que se espera cuando empiecen a operar las compañías low cost en el país. Esta semana hizo su primer vuelo desde Buenos Aires a Córdoba -tendrá dos frecuencias diarias – con los 165 asientos a $ 1567 ida y vuelta, casi lo mismo que un coche cama.
Por su parte, desde la Cámara Empresaria de Transporte de Pasajeros de Larga Distancia (Celadi) piden al Gobierno que «no se apure» y que «ordene» el esquema tarifario porque los aviones cubren 46 destinos contra 1.600 de los ómnibus.
Horacio Pretestre, director de Relaciones Institucionales de Andes, adelantó a LA NACION que en un mes comenzarán a cobrar un plus por el equipaje que va a bodega (en el mundo todas las low cost lo hacen) y -al igual que ya anunciaron para 2017 Aerolíneas Argentinas y Austral- no sirven comida a bordo.
«Si low cost es tener costos bajos, entramos en esa clasificación desde que nacimos, en 2005», definió. Planteó que la propuesta es ser «cada vez más competitivos» para el mercado que se aproxima. «Todas nos estamos preparando; las estatales, las multinacionales y las más chicas».
Andes cubre las rutas desde Buenos Aires a Salta y Jujuy; a Puerto Madryn y a Córdoba. Desde el 2 de enero suma Mar del Plata y, desde febrero, Comodoro Rivadavia y Mendoza. El objetivo es sumar un destino por mes el año próximo. Es líder en charters, en verano a Brasil y el Caribe desde Buenos Aires y Córdoba y, desde julio a diciembre, lleva estudiantes a Bariloche. Este año movió alrededor de 70.000 pasajeros. A su vez, en la audiencia pública del 27 de este mes pedirá más rutas de cabotaje e internacionales.
En total, cuenta con una flota propia de seis MD-83 de 165 asientos, aunque a comienzos del 2017 sumará dos 737-800 y, en los próximos meses, otros ocho. El mantenimiento de las unidades se hace en los talleres que tiene en Salta y el de motores, en Estados Unidos. La inversión total prevista es de US$ 42 millones. «Somos competitivos -agrega Pretestre-; nuestras tarifas planas cubren el factor de ocupación de equilibrio que, en nuestro caso, es del 65%. Apostamos a desarrollar el mercado».
El ejecutivo aseguró que la nueva política aerocomercial los favorece para crecer; recordó que en el 2008 -por la «estrategia de competencia de Aerolíneas Argentinas»- abandonaron rutas como la de Buenos Aires-Córdoba-Salta- Iguazú y la de Buenos Aires a Tucumán. «Andaban muy bien, pero Aerolíneas rompió las reglas. Nuestras rutas deben ser rentables, esa es la manera en que sobrevivimos estos diez años», apuntó. La empresa ocupa a 163 personas; «todos los empleados entran en un avión».
La competencia con los colectivos
Pretestre aseguró que los nuevos lineamientos impulsan a las aéreas a «complementarse además de competir». Respecto de la relación con el ómnibus de larga distancia, fue claro: «Apuntamos a que esos pasajeros viajen en avión. La productividad es muy diferente, 50 asientos, 2000 kilómetros en 30 horas, versus 165 butacas y 2 horas».
En tanto, referentes de la Celadi señalaron a LA NACION que descreen de un sistema único de transporte: «Debe ser integrado, con diferentes modalidades contempladas. Nos preocupa el ingreso de las low cost porque no vemos avances de una regulación para una convivencia amigable».
En ese sentido, recordaron dos momentos claves en la competencia. Uno se remonta a 2013 cuando los empresarios de larga distancia tomaron como una provocación las publicidades de Aerolíneas con boletos más baratos que los de ómnibus y la leyenda «llegá volando. Viajá mejor».
El otro fue en 2001, cuando hubo otra guerra de tarifas, de la que participaron Aerolíneas, LAPA, SW y Dinar. «El impacto en el transporte terrestre fue muy fuerte, pero también en el aéreo», rememoró una fuente.
Los empresarios sostuvieron que si las tarifas aéreas le «pegan» fuerte a las rutas entre ciudades importantes, también «sufren las de fomento, las que unen localidades que ni sueñan con el avión. Hay que buscar que una modalidad no aniquile a la otra».
Como estrategia, las compañías de larga distancia están trabajando para ampliar su banda tarifaria, imitando el modelo de las líneas aéreas. «Es dar más opciones al pasajero, pero necesitamos el acuerdo del gobierno porque nos movemos en un sector regulado», dijeron.
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