Se trata de 1800 unidades de 31 líneas sobre las que el gobierno porteño tiene ahora potestad.
Antecedentes
En 2013, durante la gestión de Florencio Randazzo durante el Gobierno Kirchnerista de Cristina Fernández de Kirchner, el ministro de Interior y Transporte, buscó extender el color celeste que caracterizó su gestión a todos los colectivos urbanos que dependían de los subsidios del Estado.
Sin hacer demasiado ruido, Randazzo comenzó a dar los primeros pasos para establecer las nuevas pautas cromáticas e informativas que debían cumplir las empresas de autotransporte de pasajeros.
Junto con el nuevo color, los colectivos debían exhibir en ambos laterales externos el logo de “Transporte Público”, que ya se observaba en varias formaciones ferroviarias y a la vez iban a perder la posibilidad de colocar publicidad como una fuente adicional de ingresos tanto en lunetas como en laterales.
El objetivo trazado para mediados del 2013 era que todas las líneas que cobraban subsidios modifiquen el diseño exterior de sus vehículos e incorporen en forma saliente el color celeste que monopolizaba la gestión del Gobierno nacional en materia de seguridad vial y en la confección de los nuevo DNI y pasaportes.
Para asegurarse un rápido y masivo cumplimiento de los cambios, el Gobierno de ese entonces había fijado una cláusula para las empresas: la que no se encuadre en la nueva normativa, perdería los subsidios que representaban entre el 65% y 70% de sus ingresos operativos mensuales.
Esta iniciativa POR SUERTE, no prosperó. Básicamente era una pérdida de identidad para las líneas porteñas y para la cultura Argentina.
Además era algo que ya se había implementado en los años 40s y que tampoco funcionó.
El Junio de 2013, cuando Colectibondi tenía un formato de Revista mensual (y no era portal de noticias como en la actualidad), publicamos la noticia con la foto de las unidades de la Corporación de transportes, identificadas en gris con una franja celeste.
Si este proyecto avanza, significará que vuelve una Corporación de Transportes donde se perderá la identidad de cada empresa, generará un costo extra que aún no se precisó quién se haría cargo (ploteos y demás) y confundirá a los pasajeros ya que todas las unidades serán iguales y sobre el lateral, el número de Línea colocado donde se colocan los números de interno denotan que quienes están Gobernando la Ciudad desconocen como es el «uso y costumbre» de los colectivos, pero claro, ellos no viajan y menos valoran el Patrimonio.
En vez de arreglar calles, mejorar la seguridad y hacer obras que realmente beneficien a los vecinos, el GCBA está en estos detalles que a nadie benefician (de hecho confundirán) y como si esto fuera poco generan un gasto que seguramente los vecinos de la ciudad reciban en el ABL.
Esta maniobra ademas deja algunos puntos y preguntas sin responder como por ejemplo, que empresa será la encargada de imprimir los ploteos y de colocarlos…(que esperamos que no sean «conocidos») y por otro lado, quién le devuelve el dinero invertido a las empresas de colectivos que realizaron diseños en sus unidades como es el caso de la Línea 68 por ejemplo que hace algunos años contrató a un estudio de diseño para tener algo diferente al resto y poder «captar» pasajeros no solo por servicio y unidades, sino también por «llamar la atención» por sus colores y esquemas.
Esta decisión lleva a pensar que estamos muy cerca que el GCBA le diga a las personas que tienen solamente 15 cortes de pelo disponibles y que está estrictamente prohibido teñirse, como se hace de manera dictatorial por Kim Jong-un en Corea del Norte, para que todos SEAMOS IGUALES y lo que no se dan cuenta o quizás si, (pero posiblemente hay un negocio detrás) es que lo más importante es que todos seamos diferentes y se compita en un mercado donde el usuario pueda elegir.
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Ahora, el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, luego que Nación le traspasó la administración de las 31 líneas de Colectivos que circulan solamentente dentro de CABA, quiere imponer el cambio de colores en todas esas unidades, que rondan las 1800.
A continuación, información recopilada desde el GCBA y el Diario La Nación sobre este proyecto
Los 1800 colectivos que inician y terminan su recorrido en la ciudad de Buenos Aires tendrán un mismo ploteado color azul, acompañado por el tradicional fileteado porteño, salvo en su frente, en el que conservarán la tonalidad que caracteriza a cada línea. Contarán con cámaras de seguridad en el interior y brindarán la posibilidad de abonar el pasaje a través de distintas plataformas de pago.
Los cambios, que comenzarán a verse en los próximos meses, responden a una decisión del gobierno porteño de avanzar en la potestad que recibió de la Nación sobre las 31 líneas de colectivos que prestan el servicio público de transporte automotor de pasajeros que opera exclusivamente dentro de la Capital.
“Es una gran oportunidad poder tener una mirada integral del sistema de movilidad en la ciudad y es una impronta relevante de nuestra gestión para los tres años que restan”, dijo el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, quien encabezará mañana la presentación oficial de las unidades junto al ministro de Infraestructura, Pablo Bereciartúa.
El propósito de la administración de Macri es que el distrito porteño tenga una flota de colectivos, que ronda las 1800 unidades, que sea “eficiente, segura y moderna”. Y marque una distinción respecto del resto del servicio de transporte de pasajeros con el objetivo, a futuro, de evaluar un sistema de tarifa flexible.
Lo que sí va a ocurrir en los próximos 180 días serán modificaciones en las unidades vinculadas a la seguridad, la tecnología, la eficiencia de usos de recursos y la sustentabilidad, señalaron desde la sede de gobierno en la calle Uspallata.
Para ello, impulsaron un paquete de medidas, que ya fue informado a los grupos empresarios que nuclean a las 31 líneas, para que comiencen a aplicarse gradualmente, pero de manera obligatoria.
La primera reforma busca “otorgar una nueva identidad” a los colectivos porteños y, tal como sucede en muchas ciudades del mundo, dispondrán de una estética propia que será el color azul en casi toda su superficie, a excepción del frente, junto al fileteado característico de la Ciudad y que es patrimonio artístico y cultural de la Humanidad.
Además, los colectivos deberán tener cámaras de seguridad en el interior, las que, a la vez, estarán conectadas con el Centro de Monitoreo. Se aumentarán, en tanto, los controles de alcoholemia y narcotests a los choferes en las estaciones cabeceras. Esta última iniciativa responde a “mejorar la seguridad laboral, la de quienes son transportados y la de la vía pública en general”.
Se limitará la antigüedad permitida para la circulación de los vehículos de 13 a diez años para “mejorar la experiencia del viaje y el servicio”. Esto implica la renovación de 241 vehículos que en la actualidad están excedidos de ese tope reglamentario y posibilitará bajar la antigüedad promedio de la flota de 6,4 años a 4,5 años.
En cuanto a la incorporación de la tecnología, las empresas de colectivos deberán instalar el sistema de “multipago” para abonar el pasaje. Será similar a que está a prueba en el subte y prevé la posibilidad de utilizar tanto la SUBE, como celulares con NFC, y tarjetas de débito y crédito.
Los cambios estipulan también sumar un sistema de asistencia a la conducción (Advance Assitance Systems), que está integrado por sensores que con la ayuda de inteligencia artificial alertan al conductor sobre los potenciales riesgos e interferencias en su camino, especialmente con los peatones. Estas situaciones representan el porcentaje más alto de siniestros de transporte automotor público en la ciudad de Buenos Aires.
Por último, está prevista la incorporación de una nueva línea “experimental” de buses eléctricos que irá desde Retiro al Parque Lezama con una tarifa gratuita en su primera etapa.
El traspaso de Nación a la Ciudad
En septiembre, el gobierno nacional firmó un acuerdo con la Ciudad para la transferencia a la órbita porteña de la competencia exclusiva de regulación, control y fiscalización del servicio público de transporte automotor de pasajeros que opera exclusivamente dentro del distrito.
El entendimiento buscó dar cumplimiento a la ley nacional 26.740, que en 2012 ratificó el traspaso de los servicios de transporte con prestación en la jurisdicción porteña en el marco del proceso de transferencias que consoliden la autonomía de la ciudad. Por entonces, se pasó el subte y quedaron pendientes los colectivos.
En el reciente acta, que fue ratificado por la Legislatura porteña, ambos gobiernos acordaron que la transferencia incluyera la potestad de la Ciudad para fijar tarifas, la planificación de las prestaciones y la concesión de permisos a las líneas de colectivos.
“Es una oportunidad para realizar una mejora integral en la movilidad que beneficie a todos los vecinos”, explicó Bereciartúa. El funcionario agregó que “no existe el concepto de una ciudad policéntrica e integrada sin un sistema de transporte de movilidad que lo permita”.
De acuerdo con datos oficiales, cada día se realizan más de 3,6 millones de viajes en territorio porteño, de los cuales 1,7 millones ocurren en el transporte público de pasajeros y de este total, un millón es en colectivo.
Las 31 líneas que operan dentro de la Capital son: 4, 6, 7, 12, 23, 25, 26, 34, 39, 42, 44, 47, 50, 61, 62, 64, 65, 68, 76, 84, 90, 99, 102, 106, 107, 108, 109, 115, 118, 132 y 151. Del total, 13 pertenecen al Grupo Dota, tres al Grupo Metropol, tres al Grupo López y dos a Nuevos Rumbos.
¿Qué se espera para una próxima etapa?
Uno de los principales objetivos de la administración porteña es lograr “elevar la calidad del servicio para que el pasajero reconozca que en los colectivos administrados por el gobierno porteño se viaja mejor”.
Más allá de buscar la modernización del servicio con la puesta en marcha de las primeras medidas, en el Ejecutivo local también evalúan nuevos anuncios para los próximos meses relacionados con el sistema de transporte de colectivos y, en ese marco, estudian la implementación de “tarifas flexibles o diferenciales”.
“Debemos empezar a ver al transporte público desde la demanda y no desde la oferta”, remarcaron los funcionarios del sector. Esta idea pretende avanzar en un sistema “eficiente” que funcione “en términos de cuándo y en qué zonas se utiliza” y responder así, por ejemplo, con más coches en circulación y evitar que vayan tres unidades juntas con pocos pasajeros.
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