Un diseñador argentino propone una solución similar a la de los clásicos buses ingleses, pero con manejo semiautónomo y eléctrico.
La problemática del transporte urbano no es inherente a la Ciudad de Buenos Aires. En el mundo entero, todas, en mayor o menor medida, conviven con una población creciente y una infraestructura vial que no logra acompañar esa demanda.
En la Argentina, principalmente en el área metropolitana, se han adoptado algunas soluciones como el Metrobus y los colectivos articulados, pero un diseñador argentino propone “ir hacia arriba” y sumar a la flota colectivos de doble piso, como los de la capital inglesa, con la última tecnología.
Su nombre es Ramiro Ini, tiene 27 años y está cursando la carrera de diseño industrial en la Universidad de Buenos Aires. Uno de sus primeros trabajos fue el rediseño del Citroën 3CV que realizó en las Escuelas Técnicas ORT, que fue exhibido en el Salón de Buenos Aires de 2011, en el stand de la marca francesa.
Una de las ideas para trabajar en un diseño destinado al transporte público fue la seguridad. “Hay dos razones particulares por las que los colectivos son extremadamente inseguros“ asegura Ramiro. “La primera, es la carencia de cinturones de seguridad en los asientos y, la segunda, es el chofer: el colectivo es el vehículo más difícil de conducir, porque el chofer tiene que estar calculando constantemente como regular la aceleración y la frenada de una masa suspendida de entre 6 y 7 toneladas”.
El diseño de Ramiro se inclina por una carrocería de doble piso, muchas veces cuestionada por su inestabilidad. Sin embargo, Ini cree lo contrario: “La mayor causalidad de accidentes en los colectivos es el alto centro de gravedad y el factor humano. Si sacamos esos dos puntos de la ecuación, es el transporte perfecto”.
“Un colectivo articulado es igual a tener dos colectivos constantemente pegados, lo que agrava el embotellamiento constante que tiene una ciudad grande. Por lo tanto, la solución más razonable es ir hacia arriba. Un excelente referente de un colectivo de dos pisos imposible de volcar es el icónico Routemaster londinense. Era liviano, ágil y con un centro de gravedad muy bajo gracias a que fue desarrollado por ingenieros en aviación”, explica Ramiro.
La app Transit ahora permite saber en tiempo real cuantos pasajeros viajan en cada colectivo
Además, las nuevas tecnologías sumarían para hacerlo más estable. “Todo el paquete de baterías que incluye este colectivo eléctrico estaría debajo del piso de la cabina“, completa el diseñador.
En el diseño, el ingreso es por la puerta posterior, como en los buses británicos: “Eso habilitaría a que la gente circule primero por la planta baja antes de subir hacia el primer piso, y en caso de necesitar evacuar, la salida está ubicada frente a la escalera, evitando mayores problemas. Además, permitiría la formación correcta de la fila de pasajeros en las paradas del Metrobus”, completa Ramiro.
Más allá de su motor eléctrico y la capacidad de traslado de 82 pasajeros, el mayor cambio del colectivo de doble piso está en el rol del chofer. Gracias a la inclusión de 11 radares Se habilita una función semiautónoma que lo haría más eficiente, seguro y mucho más progresivo en cambios de velocidad.
“Esto no quiere decir que el colectivero deje de figurar en la ecuación”, se ataja Ini, que ya recibió cuestionamientos por este cambio. “El colectivero pasaría de ser chofer a ser conductor de la misma forma que ocurre con los trenes. Como toda máquina de alta complejidad, necesitaría de un operario capacitado que controle su funcionamiento”.
Pese a las innovaciones, el proyecto de Ramiro está lejos de concretarse: son necesarios cambios en la legislación y también una economía que permita inversiones de este tipo en el transporte público.
Pero para un trabajo que demandó “incontables horas de análisis, estudio y crítica”, bien vale la pena su difusión.
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