Colombia: Recorremos las primeras rutas de buses de Bucaramanga

Antes, cuando no existían los automotores en Bucaramanga, la gente se transportaba a través de los denominados ‘burros de carga’, que también movilizaban los alimentos y las diferentes cosechas de los labriegos.

Fue a comienzos del siglo pasado cuando esos viejos carretones, tirados por bueyes, fueron sustituidos por rápidos y ‘confortables’ automóviles.

La historia cuenta que el primer bus urbano se importó en 1910: un auto de plaza, que movilizaba entre 12 y 14 pasajeros. En la otrora calle 5ª, una cuadra más arriba del hoy Parque Santander, los propietarios de las casas hicieron empedrados para que ese bus pudiera circular por el frente de sus predios.

El transporte público se popularizó con la construcción de una ‘parada’ en el mencionado parque. Y en ese sentido fue Transcolombia la empresa pionera. Ella ofreció, durante mucho tiempo, la única ruta de bus que existía: Chapinero-San Mateo, la cual unía a la meseta de norte a sur.

Este fue el primer trayecto de autobús urbano de la era moderna de Bucaramanga, si así se puede llamar.

Se debe precisar que la fecha oficial del transporte local fue estipulada el 22 de diciembre de 1923 y la placa del primer vehículo fue la Nº 0809.

Los cambios fueron marcando la ruta de este transporte urbano teniendo en cuenta las necesidades de los pasajeros y la ampliación de las vías, las cuales estrenaron nuevos ‘modelos’ de buses.

Transcolombia S.A. ya tenía, a comienzos de los 60, una flota de más de veinte buses, con capacidad para 29 pasajeros. Los asientos de tres puestos eran la sensación. Había que ver esos ‘armatostes’, hechos con una singular mezcla de madera y metal, sin vidrios y con marcos que estaban al aire libre.

También entre los barrios Alfonso López y Chorreras de Don Juan, aún vigentes en Bucaramanga, funcionó por mucho tiempo una estación de buses de otra naciente empresa: Unitransa. Con el paso del tiempo, los automotores fueron desocupando esa vieja sede.

En ese entonces, según cuentan los usuarios que sobreviven a esa época, nadie podía ir de pie. Tampoco existía registradora, pues un auxiliar o un cobrador se encargaba de recoger el valor de pasaje en una bolsa de tela.

Además de pensar en los vehículos, Transcolombia S.A. también se preocupó por habilitar un terminal para sus vehículos, el cual contaba con oficinas y un surtidor de gasolina.

Aunque los buses convencionales aún se ven por nuestras calles, es preciso decir que las estaciones y los portales del Sistema Integrado de Transporte Masivo renovaron la movilidad, aunque con notorias deficiencias claro está.

Para destacar que algunos de los portales de Metrolínea fueron ‘re..bautizados’ con los nombres del ayer, como la estación de San Mateo, tras un sencillo homenaje a la ‘Bucaramanga del ayer’.

 

Fuente:

Vanguardia

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