Advierten que los ómnibus de larga distancia perderían $3000 millones por mes

Un informe de la cámara del sector calcula que ese será el déficit en marzo y en abril, por el impacto de la pandemia

No solo las líneas aéreas se preparan para una crisis económico-financiera de magnitud por la pandemia del Covid-19. El transporte de pasajeros de larga distancia de la Argentina advierte que tendrá un déficit mensual de $3000 millones en marzo y abril por la suspensión de los servicios, que inicialmente fue por cinco días, después se extendió hasta el 31 de este mes y podría tener una prolongación más. El sector ya viene arrastrando una crisis y ahora pide que se lo declare en emergencia y se avance en un nuevo marco regulatorio que fije reglas claras y previsibilidad.

Un informe de la Cámara Empresaria de Larga Distancia, al que accedió LA NACION, señala que cada día de no operación total implica para el sector una pérdida de facturación de $140 millones. Si, en cambio, se consideran los coeficientes de ocupación de fines de semana largo, subiría a $200 millones diarios. «Estamos ante una seria amenaza a la sustentabilidad de un sector que ya viene transitando varios años de crisis sostenida», dicen en la entidad.

El sector emplea en forma directa a 16.000 personas y ofrece conexiones a 1800 destinos nacionales (capitales provinciales, ciudades, pueblos y pequeñas comunidades), además de otros tantos puntos en Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile y Perú.

Con un parque móvil de aproximadamente 3700 buses para el servicio de larga distancia nacional, cada año más de 31 millones de pasajeros se movilizan por este sistema. «A pesar del crecimiento del mercado aéreo de cabotaje, esta modalidad continúa siendo la más importante del transporte público interjurisdiccional de la Argentina, con el 75% del mercado, frente al 22% de los aviones y al 3% de los trenes», describe el reporte.

Las empresas reclamaron al Ministerio de Transporte que «de forma urgente» instrumente acciones para que puedan afrontar los costos generados por la pandemia y las restricciones dispuestas. La caída de la demanda viene desde hace años, según la cámara, por distintos motivos, entre los que apunta una política «sistemática» de la Nación que fomentó una «distribución asimétrica» de subsidios al transporte.

Menciona que terminaron compitiendo sin igualdad de condiciones con los aviones: con un subsidio que alcanzó a casi el 50% del valor del boleto (unos US$2 millones diarios), según sus cálculos, las tarifas del transporte aéreo de cabotaje se acercaron a las del ómnibus, que recibía 7% de subsidios por boleto. Los mayores costos fueron cubiertos con aumentos de tarifas, que redundaron en menos pasajeros. Desde febrero de 2017, los ómnibus de larga distancia quedaron con subsidio cero.

Los empresarios sostienen que por el incremento de costos y cargas fiscales viajar en auto (2,5 pasajeros) terminó siendo «apenas un poco más costoso» que hacerlo en micro.

«Tampoco ayudó el crecimiento del transporte irregular, decenas de empresas que por fuera de las terminales compiten deslealmente con el servicio público interjurisdiccional. La falta de controles fomentó que muchas compañías irregulares -a partir de la violación de todas y cada una de las normas existentes: trabajo en negro, evasión impositiva, violación de modalidad- salieran a ofrecer boletos económicos, afectando aún más al transporte legal», grafica el informe.

La ocupación promedio anual del micro de larga distancia es de 48%, es decir que algo más de la mitad del ómnibus va vacío: «Mejorar esos niveles de ocupación significaría no solo un aumento de ingresos, sino también la baja de los costos, que repercutiría en el valor final del boleto, recuperando el ómnibus su ventaja competitiva frente a otras modalidades», concluye el informe de la cámara.

 

Fuente:

La Nación

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