El 23 de junio, el ministro de Ambiente, Sergio Bergman, se ubicó en el centro de una polémica al ordenar la compra de 400 buses eléctricos con fondos del Estado. El rabino y funcionario lanzó la licitación sin consultar a otras áreas del Gobierno ni a los fabricantes, quienes manifestaron su abierto rechazo a la idea de su ministerio.
Luego de la polémica, Bergman publicó el martes pasado una corrección del llamado a licitación original.
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Por empezar, a partir de ahora Ambiente ya no podrá actuar por cuenta propia. Deberá consensuar esta compra con otras áreas de los Gobiernos nacional, provinciales y municipales.
En segundo lugar, la compra de 400 buses eléctricos se redujo de manera drástica a sólo 50.
Otro cambio: se dará prioridad a los buses que cuenten con baterías de recarga rápida. Así, perdieron terreno los modelos de carga lenta, en su mayoría de origen chino. Además, las baterías deberán tener una garantía de ocho años o un millón de kilómetros.
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También se modificaron las exigencias de funcionamiento. Los buses eléctricos deberán poder circular durante 20 horas corridas, incluyendo tres recargas rápidas por día, con el aire acondicionado encendido y 50 pasajeros.
Más novedades: el Estado se reserva el derecho a devolver la unidad y a reclamar el rembolso del dinero si se presentan defectos o pérdidas de performance en los primeros seis meses de uso.
Con todas estas modificaciones, el Gobierno aumentó las exigencias técnicas y de calidad de los fabricantes que podrán participar de esta licitación. Se mantiene la idea original de entregar los buses en comodato a las compañías de transporte que explotan líneas de colectivos en el Metrobús porteño, y en los metrobuses que pronto comenzarán a operar en otras ciudades del país.
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