Marta Alva es ejemplo del éxito que puede alcanzar quien busca libertad e independencia, más allá del género. La primera chofer nacional e internacional de Entre Ríos cuenta su historia personal.
Muchas mujeres, con esfuerzo, tesón y perseverancia logran insertarse en oficios que parecen cerrados solamente para el universo masculino. A su manera, levantan la bandera de la libertad e igualdad, que tanto se pregona pero que tan lejos está de la realidad muchas veces.
Una abanderada de esta forma de pensar ?y de vivir- es Marta Elizabeth Alva, que desde hace más de 5 años maneja ómnibus de la empresa de transporte El Indio, con base en Diamante, que tiene más de 50 años de trayectoria en el rubro.
Con su carné habilitante a nivel nacional e internacional, se convirtió en la primera mujer entrerriana en conducir colectivos en rutas provinciales, aunque también se dio el lujo en este tiempo de recorrer gran arte del país y hasta Brasil inclusive.
Recordó esta semana a Paralelo 32 que cuando sacó la licencia en el Sindicato de Choferes de Camiones rindió junto a alrededor de 45 conductores, lo que de todas formas no la amedrentó.
Cuando lo consiguió, empezó a repartir currículums en empresas. Pero tuvo que armarse de paciencia para esperar su momento. «Mandé a todos lados esperando alguna chance. Pero siempre sentí que por ser mujer me iba a costar y un poco fue así. Pasó un año y medio más o menos para que me llamaran. Primero me hablaron de Buenos Aires, pero me dio miedo porque es más peligroso manejar allá. Después me llamaron de El Indio, aparecieron las primeras chances de viajes y me fueron probando. Mis viejos tenían la empresa Ciudad de Diamante, que ahora pasó a pertenecer a El Indio también. Empecé a trabajar con ellos en principio. Más allá de mi buena intención, necesitaba que alguien confiara y me dijera «el trabajo es tuyo, pasás a ser parte de esta empresa».
Agregó que «El paso del tiempo me fue dando muchas satisfacciones, con innumerables lugares conocidos, diría que gran parte del país, casi todas las provincias e incluso el exterior, ya que me ha tocado viajar a Camboriú, en Brasil, por ejemplo. He tenido momentos en los que estuve casi todo un mes afuera, y no es fácil porque tengo a mi hijo Manuel, hoy de 18 años, y trato de equilibrar los tiempos y los momentos compartidos».
Festejando hoy sus 40 años, Alva aclaró que «No tengo trato preferencial y tampoco lo quiero. Quiero un trato igualitario y afortunadamente lo tengo, tanto de mis patrones como de mis compañeros de trabajo. Es un universo que no pretendo que lo cambien por mí».
Tradición familiar
Antes de este presente exitoso hubo un pasado que incluyó el paso por la educación secundaria, cursado en el Colegio Mixto. «A los 18 años empecé a trabajar en la empresa de mi papá como guarda, que básicamente lo que hace es acompañar al chofer y cobrar los pasajes. Y de a poquito empecé a manejar. A la tarde estudiaba Administración de empresas, pero después de un tiempo me di cuenta de que no me gustaba, que quería trabajar, y se lo dije a mi papá. No querían saber nada con esa decisión, pero les gané por cansancio. Se dieron cuenta que era una elección de vida. Desde entonces me dediqué a ser chofer. La primera línea que tuve hacía el trayecto Diamante-Nogoyá, con dos horarios por día, de mañana y de tarde. Un tiempo también hice Diamante-Victoria por caminos vecinales y así estuve hasta que entré a El Indio, donde encontré mi lugar. Me siento feliz y satisfecha, porque a esta profesión la elegí y es para mí una pasión, algo que hago con gusto», comentó a Paralelo 32.
Marta reparte el tiempo entre su familia, el trabajo y su otra pasión, el voley, deporte que practica en el club Ferro de Diamante. «Mi viejo es Miguel Alba, mi mamá Marta Soria y mis hermanos Fabián, Augusto, Diego, Silvana y Verónica. Todos vivimos en Diamante. De mis hermanos, los tres varones son choferes. Las mujeres nada tienen que ver con este mundo, una es ama de casa y la otra trabaja en un comercio», aclaró.
De todas formas, ella tiene su propio hogar, el que comparte con su hijo Manuel «Él me acompaña en todo y creo que va a seguir el mismo camino, porque le gusta mucho esta profesión. Me gusta esta línea que hago ahora, no me aburre. Me siento bien principalmente con la gente, ya que los vas conociendo y hay un gran trato. Nos van cambiando a veces los recorridos de todas formas, para que no se convierta en algo rutinario. Pero lo lindo es ir conociendo a la gente en el día a día. Cuando tengo viajes de turismo tengo compañeros de tareas, además de los coordinadores que suelen enviar las agencias. Si no generalmente viajo sola. Si se genera algún contratiempo mecánico la orden es llamar al auxilio o a la empresa, así que no es una cuestión que me preocupe demasiado».
Un rubro que va más allá del género
Marta Alva reconoció que son muy pocas las mujeres del rubro. «En transporte turístico no conozco casos y en manejo urbano hay algunos muy puntuales, creo que en Mendoza, Santa Fe, San Juan y Córdoba. Lo que sí me asombra es la gran cantidad de mujeres que manejan camiones. A eso lo percibo mucho en la ruta».
Sobre sus horarios, comentó a Paralelo 32 que «Ahora hago de 17.00 a 20.00 los viajes, aunque a veces me toca a la mañana también. Permanentemente hay cambios y los fines de semana me toca trabajar a veces los domingos, pero si eso pasa me compensan con un franco otro día, así que cada semana es distinta en ese aspecto».
Sobre su manejo, dijo que «No puedo calificarme a mí misma, pero los pasajeros generalmente me felicitan, dicen que soy precavida, que manejo con cuidado y atención, y eso es satisfactorio, porque uno busca que los pasajeros queden conformes, ya que en definitiva lo que la empresa ofrece es un servicio».
Ante la pregunta lógica de quién maneja mejor entre varones y mujeres, Marta dio su veredicto: «Hay de todo. No creo que manejar bien o mal sea una cuestión de género. Hay hombres que manejan bien y otros que lo hacen muy mal. Y lo mismo pasa con nosotras».
Sobre las diferencias entre manejar en Argentina o Brasil, a diferencia de lo que muchos podrían pensar, opinó que «Los brasileros son más cuidadosos. Si bien se producen muchos accidentes, me ha tocado observar que cumplen con las señales y son prudentes. Me siento incluso más cómoda y segura manejando allá».
A modo de reflexión, indicó que «No creo que haya discriminación contra las mujeres en este rubro. Parece machista, pero para cambiarlo debemos ser más mujeres las que nos animemos a participar. Y para eso a las que les guste este mundo deben dejar atrás los prejuicios y animarse. Yo siempre me adapté bien a todo. Entiendo que estar trabajando entre varones y que llegue una mujer no debe ser fácil para ellos tampoco, pero siempre recibí un buen trato. En vez de pedir que todos cambien porque llegué yo, era mejor adaptarme yo a ese mundo y tratar de pasarla lo mejor posible, dejando atrás tabúes que siempre dan vueltas en torno a la profesión. Nunca viví una situación desagradable, nunca me faltaron el respeto. A todas les digo que se animen a hacer realidad sus sueños, no importa lo raro o difícil que parezca. La vida es una sola y trabajar de lo que a uno le gusta es una bendición».
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