Un sueño hecho realidad: 12 amigos compraron un colectivo y lo convirtieron en motorhome para viajar por todo el país

En pleno aislamiento, la monotonía y el deseo de aventura llevaron a un grupo de jóvenes a convertir un micro en casa rodante. Lo que comenzó como una idea descabellada en una reunión virtual, hoy se volvió un proyecto de amistad y descubrimiento.

Corría el año 2020 y la cuarentena se había vuelto una realidad tras la propagación de casos de COVID-19 en el país. Era de noche y Juan Pablo D’Acunto estaba en una de las tantas juntadas de zoom que tenía junto al resto de sus amigos. Al estar atravesados por el aburrimiento del encierro y una gran incertidumbre, uno de ellos propuso comprar un colectivo. “Capu, que es diseñador industrial y técnico mecánico, tiró la idea. Todos nos reímos, pero al día siguiente me puse a buscar con él y pasamos por el grupo un montón de publicaciones de colectivos en Mercado Libre y Marketplace”, recuerda Juampi. El proyecto ya estaba en marcha.

“Nos agarró en un momento en el cual se empezaba a poder salir de a poco y todos estábamos desesperados por hacer algo que no sea estar en nuestras casas, recuperar el tiempo que perdimos, y creo que nos fuimos al otro extremo”, cuenta entre risas Martín Castiglioni, más conocido como Tincho. La idea cerraba por todos lados, dedicaban tiempo para armar el motorhome y cuando llegase el verano ya estaban listos para encarar la ruta con su propio transporte.

Lo que inició con diez jóvenes y muchas inquietudes, terminó conformado por un grupo de doce miembros de entre 25 a 30 años: Lete, Chuza, Guiye, Santi, Sebas, Fede, Tomi, Juampi, Capu, Tincho, Gonza y Mati. Algunos se conocen del colegio, otros desde que nacieron (Guiye y Chuza son hermanos), pero la mayoría coincidió hace 6/7 años en un grupo de servicio. A otros, como Lete o Fede, los adoptaron en el camino de la vida. Todos con una pasión en común: viajar de mochileros y hacer trekking.

Cuando se pusieron en campaña para buscar el primer colectivo, resultó complicado encontrar algo que valiese la pena, ya que o estaba destruído o era de un costo elevado. En medio de esa búsqueda sin resultados a la vista, Capu halló la solución. “Se me ocurrió hablarle a un conocido que hacía transporte de personas. Las piezas se unieron: él necesitaba vender el colectivo porque por la pandemia el trabajo había disminuído mucho y para nosotros era una buena oferta de alguien de confianza”, explica el jóven.

Si bien, al comienzo algunos no estaban completamente seguros de emprender la aventura, seis de los chicos tomaron la iniciativa y fueron a ver el micro por primera vez, quedaron enamorados. Al día siguiente pagaron la seña, faltaba convencer al resto, pero fue tan sólo cuestión de horas para que los otros se sumarán.

“Como en todo equipo, están los que lideran y tienen más conocimiento, y los que somos la mano de obra. Juampi (ingeniero) y Capu (diseñador y técnico) fueron quienes lideraron intelectualmente el proyecto. Pensaron en la disposición de las cosas, los diseños y nos enseñaron a usar las herramientas”, aclara Guillermo “Guiye” Pereyro.

En el mes de septiembre del 2020, los chicos arrancaron la remodelación. El primer paso para reconvertir el micro escolar en un motorhome fue la compra de los materiales, tales como chapa, madera, perfiles de acero, machimbre. Muchos estaban con trabajos remotos desde su casas y había pocos planes debido al contexto pandémico de ese entonces, por lo tanto algunos días de la semana y el finde se iban a un galpón donde estaba el Hondo (nombre con el cual denominaron al transporte). Un poco a tropezones, con tutoriales de YouTube y con el conocimiento de Juampi y Capu, arrancaron a armar las camas, sillones, baño, cocina y deck.

Llegó el 1 de enero de 2021, año donde se emprendió la primera travesía. Partieron sin un plan muy claro, pero eligieron la costa como primer destino. Ese mismo día arribaron a Pinamar, pero sin previo aviso los echaron. La ciudad no estaba habilitada para recibir motorhomes. El viaje no había arrancado de la mejor manera, pero “estábamos aprendiendo a viajar en casa rodante, prueba y error”.

El próximo punto fue Chapadmalal, localidad más preparada para recibir motorhomes. Se refugiaron en un camping para trailers y casas rodantes cerca de unos acantilados. “Lo usamos como base para empezar a definir qué íbamos a hacer después. Recuerdo una charla que tuvimos en los acantilados discutiendo la ruta. Se barajó Mendoza, Bariloche, Calafate. La decisión final fue seguir todo el camino por la Costa Atlántica de Argentina y llegar lo más al Sur posible”, rememora Guiye.

Llegó la hora de retomar el viaje. Pasaron por Monte Hermoso en busca del famoso sol a sol (amanecer y atardecer en el Mar Argentino), durmieron en El Cóndor, Río Negro, y más adelante llegaron a su destino favorito: Bahía Creek.

Se trata de un paraje de pescadores perdido entre las dunas de Río Negro. Durante el año sólo tiene 5 habitantes que mantienen en funcionamiento al pueblo. Uno de los hijos de estos habitantes establecidos hace ya unos años puso el hostel Refugio Perdido, unos domos a la orilla del mar. A ambos costados flanquean los acantilados y a las espaldas uno de los desiertos más grandes de Argentina. Un destino difícil y con limitado acceso para un motorhome debido al ripio, pero que realmente valió la pena para el grupo de amigos.

El trayecto continuó por las playas del Golfo de San Matías como San Antonio Oeste, San Antonio Este y Las Conchillas. Luego de casi 2.000 kilómetros, alrededor de un mes de travesía y montón de personas conocidas en el camino, el punto final fue Puerto Madryn.

Tras volver de emprender su primer viaje, hubo varios aprendizajes que trajeron bajo el brazo. “Las rutas argentinas no están 100% preparadas para los viajes en motorhome, los colectivos automáticos suelen ser más sensibles al polvo y a las vibraciones (lo que era un problema para nosotros), las suspensiones de elásticos son mejores pero también más frágiles, el colectivo se recalentaba después de largos viajes y había varios detalles mecánicos a solucionar”, expone Capu en base a su conocimiento como técnico mecánico.

La mejor opción fue vender el colectivo, eran muchos gastos para afrontar. Apenas lo vendieron, la intención fue buscar uno nuevo que se ajuste a las necesidades que habían descubierto: un colectivo manual, con motor delantero y resortes. El aspirado era un Mercedes Benz OF 1418.

Transcurrieron dos años para concretar la nueva meta. “El proyecto tardó en ponerse en marcha. Después del bajón anímico de vender el primer colectivo y que algunos estaban afuera nos costó iniciar la búsqueda. Recién en 2023 empezamos a sentir de nuevo esas ganas y sumado a que los chicos que estaban viviendo afuera volvieron nos pusimos manos a la obra”, menciona el ingeniero del grupo, Juampi.

Por su parte, Francisco Domínguez, “Lete” para los amigos, agrega: “lo más arduo fue encontrar el colectivo que por estado, cualidades y precio nos cerrase. Después, lo más difícil fue convencernos entre todos que era un buen momento para embarcarse de nuevo en esta odisea. La verdad nos dimos cuenta que en Argentina nunca iba a haber un momento “ideal” y decidimos aprovechar la oportunidad”.

Tras una búsqueda implacable, en octubre del 2023 en la terminal del 247 en Bernal encontraron el colectivo perfecto, el cual adquirieron, entre idas y venidas, en noviembre. Un Mercedes Benz OF 1418 Modelo 2009 fue el elegido para trazar una nueva aventura.

A partir de ahí, volvieron a trabajar desde cero en la remodelación para el flamante vehículo, esta vez bautizado como Hon2. Las emociones y ganas son las mismas que aquella primera vez, pero ahora con una mayor sabiduría y resiliencia ante los obstáculos.

“El diseño es muy parecido al anterior. Sólo cambiará un poco la disposición de las cosas. Nuevamente tendrá un área con asientos, la cocina, el baño con ducha, las camas rebatibles y un deck en el techo junto a los paneles solares. Con la experiencia de un anterior colectivo intentaremos mejorar el resultado final y la calidad de los materiales para hacer un motorhome mucho mejor”, aclara Juampi.

Un motorhome nuevo implica, a su vez, un viaje nuevo. “Con el Hon2 nuestra idea es recorrer la mayor cantidad de provincias del país, conocer cada rincón y a su gente. Primero, nuestra prioridad es ir a la Patagonia, pero después queremos conocer la región cuyana, Mendoza, El Valle de la Luna, Talampaya, también el norte y la región litoral”, relata Sebas Petre, de 25 años.

Bajo el lema #ElHondoSeMueve, el grupo muestra sus avances y comparte su historia mediante redes sociales: @el.hondo en Instagram y TikTok. Ya son más de 400 mil personas que siguen activamente su progreso.

Más allá de ser un simple motorhome, el Hondo simboliza la amistad duradera y perseverancia de ir tras los sueños.

“A futuro vemos esto como un club social, un lugar de encuentro entre nuestros amigos, la excusa para juntarse, viajar, organizar eventos, lo que sea”, dice Guiye.

Para Chuza, “es nuestro escape a la ruta. Desde chicos a todos nos gustó viajar por el país, la naturaleza y siempre estuvo ese deseo de conocer toda Argentina. Ahora queremos hacerlo realidad”.

Con intención de brindarle una definición exacta a su querido proyecto, Sebas concluye que “es la representación de tantos años de amistad y la demostración que podemos lograr algo aunque no tengamos la más mínima idea. Es el resultado de que cada uno pone un poco de sus conocimientos y sus pasiones. Los que saben de mecánica se meten debajo del bondi y se ensucian analizando cada centímetro. A los que nos gusta escribir ponemos pluma en posteos y futuros proyectos. Los que estudiaron finanzas se ocupan de administrar el pozo y no gastar de más. Los que trabajan en marketing dejan todo para que el proyecto tenga repercusión. A los que les gusta sacar fotos o editar videos hacen magia para tener buen contenido. Los que amamos cocinar esperamos con platos para cuando terminamos de trabajar. El Hondo es el fruto de todo esto.”

Fuente:

Infobae

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