Las sanciones fueron cien en un mes y van de 300 mil a 1,5 millón de pesos, de acuerdo a la gravedad del caso o si existen antecedentes.
_¿Vos esperás el 129? ¿Hace mucho que pasó?
Más allá del número de línea, con estas dos preguntas comienza cualquier charla entre usuarios del transporte urbano (TUP) que esperan el paso del colectivo en cualquier esquina de la ciudad de Rosario, donde las filas de pasajeros se estiran en forma proporcional al tiempo que tarda el colectivo en llegar a la parada. La falta de frecuencia es una de las mayores quejas de quienes viajan en los ómnibus urbanos. De acuerdo a datos oficiales, el 18 por ciento de las unidades no cumplió con los horarios previstos, en los controles que se realizaron en agosto. La situación derivó en intimaciones y una centena de multas a las dos empresas que brindan el servicio. Así, como una de ellas pertenece al Estado municipal, la Intendencia se multó a sí misma.
El dato sobre el cumplimiento de las frecuencias de los colectivos se presentó en la última reunión del comisión de Seguimiento del Transporte Urbano de Pasajeros, de la que participaron funcionarios y concejales del oficialismo y la oposición. Entre otros indicadores, durante el encuentro se analizó el resultado de unos 7.300 controles a las empresas de colectivos que el Ente de la Movilidad realizó durante agosto.
Los operativos de fiscalización se centraron en el cumplimiento de la flota, es decir si las líneas contaban con la cantidad total de vehículos necesaria para cumplir con el cuadro horario establecido, y también en el cumplimiento de la frecuencia, o sea el respeto de los tiempos en los que las unidades deben llegar a la parada.
En el primero de estos puntos, las empresas que prestan el servicio sacaron mejor nota: el 89 por ciento de las líneas tenía la cantidad de coches necesarios. En cuanto a la frecuencia, la atención al cuadro horario fue del 82 %, es decir que casi dos de cada diez líneas arribó mas tarde, o más temprano, que el tiempo previsto.
El presidente del Ente de la Movilidad, Rogelio Biazzi, explicó que la frecuencia de los coches se controla en forma «permanente» desde el Centro de Monitoreo de la Movilidad, a través del GPS de los colectivos de todas las líneas que circulan por la ciudad. A estos se suma la fiscalización realizada en la calle por inspectores municipales, que se realizan en distintos rangos horarios y haciendo foco en los momentos de mayor demanda de las unidades.
El funcionario explicó que este porcentaje de cumplimiento de frecuencias se mantiene más o menos estable después de que el servicio superara la situación de crisis planteada por la pandemia. «Es un número que tiene variaciones según los meses, pero que nunca baja del 80 o 82 %», dijo y destacó que cuando se determina que las transgresiones al cuadro horario son responsabilidad de las empresas, se las sanciona.
Sin ir más lejos, durante el mes de agosto, las dos empresas que prestan el servicio de colectivos, la privada Rosario Bus y la estatal Movi, se repartieron cien multas por no respetar los horarios. Las sanciones económicas por esta falta van de los 300 mil a 1,5 millón de pesos, de acuerdo a la gravedad de la situación sancionada o los antecedentes del caso.
Un reclamo repetido
Más allá de los números, la falta de frecuencia de las unidades suele ser una de las mayores quejas de los usuarios del transporte urbano. El Observatorio Social del Transporte, un organismo que tiene a su cargo la recopilación de información sobre el sistema, mide mensualmente el cumplimiento de las frecuencias de los colectivos y en los últimos informes viene advirtiendo sobre una desmejoría de este indicador.
Las mediciones del Observatorio se realizan a lo largo de 24 horas de un día hábil en dos esquinas del centro de la ciudad por donde pasan 39 líneas de colectivos, es decir el 74 % de las que se encuentran operativas.
De acuerdo al relevamiento de agosto pasado, el promedio de la frecuencia diaria diurna entre unidades de una misma línea fue de 14.08 minutos. Un número que en rigor esconde abismales diferencias entre líneas: mientras el 110 mostró una frecuencia entre unidades de 6 minutos, en la Q fue de una hora. En cuanto al horario nocturno, la frecuencia promedio fue de 39.27 minutos. Otra vez, la disparidad entre líneas fue notable: de acuerdo al informe, más de la mitad discontinuaron la circulación durante más de tres horas durante la noche.
Las frecuencias de paso de colectivos son cada vez más largas
Aun así, por la mañana el 93,1% de las líneas cumplieron con los servicios diurnos de acuerdo a los horarios vigentes durante la jornada en que se realizó la medición. Por la noche, el porcentaje decae al 90%. Nuevamente ambos promedios amalgaman disparidades: una decena de líneas mantienen frecuencias bastante por debajo de esos promedios, considerados el «mínimo aceptable», de acuerdo al informe.
Los motivos
Biazzi destacó que el número de unidades que prestan servicio actualmente se encuentran dentro de los valores históricos promedios, lo que se traduce a que «no se ha presentado una baja en el cumplimiento de la flota en calle sino que por distintas circunstancias y en determinados horarios, algunas unidades no logran cumplir con el cronograma».
Por ejemplo, indicó, los trabajos de las empresas de servicio, las obras de repavimentación, siniestros viales, podas de árboles, trabajos de empresas de servicios públicos, hasta cortes de calle, marchas de convocatoria masiva o eventos recreativos, afectan el cumplimiento de las frecuencias, generando desvíos en las prestaciones y alterando los tiempos de arribo de cada parada.
«En horas pico y sobre todo en el radio del micro y macro centro, toda intervención en el tránsito modifica los cuadros horarios y produce algún incumplimiento en gran cantidad de líneas ya que por algunas calles pasan el 70 % de los recorridos del servicio», destacó el presidente del Ente. En muchos casos, ese incumplimiento es parcial, «ya que sobrepasado el inconveniente las unidades logran retomar el cuadro respetado», destacó.
Y apuntó que «permanentemente» se está interviniendo para adaptar el sistema. Por ejemplo, si una unidad tiene un desperfecto, intimando a las empresas a sacar un coche más a la calle. «Trabajamos permanentemente para que se cumplan las frecuencias. Venimos de un sistema que colapsó durante la pandemia y logramos recomponer la flota», concluyó.
Mientras tanto, la demanda de pasajeros sigue en ascenso, ubicándose cerca de la cantidad de viajes realizados en el sistema en los meses previos a la crisis sanitaria.
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