Apenas 12 minutos en auto por la superficie y 8 en ómnibus por la trinchera: el Paseo del Bajo , en su debut con tránsito real, acortó muchísimo los tiempos de viaje en una zona acostumbrada a los embotellamientos.
Poco después de las 7, un ómnibus de la compañía Balut Hermanos arribó a Retiro con una comitiva de funcionarios porteños y nacionales para el acto inaugural de la esperada obra por la que circularán a diario 15.326 camiones, 807 micros de larga distancia y 76.000 autos aproximadamente, según cifras del Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte porteño. Minutos después, Mauricio Macri llegó en un camión azul conducido por Andrea Paredes, una instructora de manejo de grandes transportes. «Este pavimento no es relato», dijo, mientras tocaba el suelo. Lo acompañaban Horacio Rodríguez Larreta , jefe de gobierno porteño, y María Eugenia Vidal , gobernadora de la provincia de Buenos Aires.
Luego de algunos ajustes operativos de la traza, que une las autopistas Illia, 25 de Mayo y Buenos Aires-La Plata a lo largo de 7,1 kilómetros, se realizó el primer viaje de un ómnibus: una unidad de la empresa Micromar, con destino a Mar del Plata, demoró 8 minutos desde la terminal de Retiro hasta el peaje de Dock Sud (Avellaneda) que da comienzo a la autovía Buenos Aires-La Plata. El ómnibus salió de la terminal, pasó por la avenida Antártida Argentina e ingresó directo a la trinchera subterránea exclusiva para tránsito pesado.
«Vamos a ver cuánto tardamos para lo que nos llevaba unos 45 minutos», dijo Sergio Olabe, uno de los choferes que comandaron el traslado, que decidió cronometrar la salida con su celular. Grabó un video que muestra el recorrido: dura siete minutos y 25 segundos. «Hace siete años manejo colectivos de larga distancia y hemos llegado a tardar hora y media, es una locura», contó. La única crítica que le encontró a la obra es que «cualquier inconveniente con un vehículo podría obstruir la salida».
Concluida la construcción del Paseo del Bajo, que demandó casi dos años y medio, la circulación para los vehículos se empezó a organizar de forma progresiva. Alrededor de las 11, el tránsito pesado se separó del liviano. Mientras camiones y ómnibus se adentraron en los cuatro carriles en trinchera, dos en cada sentido, los autos y los colectivos urbanos continuaron circulando por las avenidas Moreau de Justo (hacia el norte), y Madero y Huergo (hacia el sur).
Entre los 40 pasajeros que abordaron el primer servicio de ómnibus del Paseo del Bajo estaba Darío Alba, de 41 años, que retornaba a Mar del Plata. Había llegado a la Capital el viernes pasado y, según contó, acceder entonces a la terminal fue un caos. «Espero que ahora funcione y que no trastorne el servicio», indicó desde el primer asiento.
Unos lugares más atrás, Josefina Sartora, de 70 años, dijo que viaja a la ciudad costera cada dos o tres meses porque allí tiene familia y que sufrió mucho las complicaciones mientras se realizaba la obra. «El tránsito ha sido un caos durante un año. Siempre pensaba que ojalá esto sirviera para algo. Creo que son obras necesarias para el crecimiento de la ciudad, principalmente para canalizar el transporte pesado», señaló la pasajera.
De igual forma, Roberto Cereijo, de 49 años, reconoció que el nuevo corredor vial «es muy importante porque ha sido un peregrinar de camiones», que ahora no circulan más por las avenidas. Pero lamentó que no se conecte ferroviariamente la zona para evitar aún más el congestionamiento.
La ausencia de camiones se sintió sobre la superficie. En un recorrido en auto, la nacion demoró 12 minutos en transitar desde Madero y San Martín, en Retiro, hasta el acceso a la autopista Buenos Aires-La Plata. Fue antes de las 10, en uno de los momentos de tránsito más intenso.
Antes, era habitual la sensación de estar virtualmente encerrado entre enormes camiones y ómnibus de larga distancia. Hoy quedaban algunos vehículos de carga y grúas que seguían trabajando en las terminaciones que restan de la obra, una conexión esperada por más de 50 años. Pese a ello, en el primer día de apertura del Paseo del Bajo, el tránsito liviano fluyó con facilidad.
«Esto era un desastre, no se podía ni circular por acá», dijo René Ortuño, un remisero de 62 años que circuló por primera vez en meses por la avenida Madero. Hoy tuvo que hacerlo cuidando de no superar en algunos tramos la máxima permitida de 60 kilómetros por hora.
La avenida Madero, en su nueva configuración, tiene cuatro carriles con sentido sur divididos por un cantero central. Un cartel indica a quienes deben dirigirse hacia la izquierda rumbo a Puerto Madero o hacia la derecha para acceder al centro. Lo mismo sucede en la avenida Alicia Moreau de Justo, con sus cuatro nuevos carriles que van hacia el norte. Rumbo al sur, el tránsito se agilizó pasando la Casa Rosada, donde Madero se transforma en su continuación, Ingeniero Huergo. En total, tomó 12 minutos recorrer el tramo.
Para concretar el camino inverso, por la avenida Alicia Moreau de Justo desde la autopista Buenos Aires-La Plata hasta Retiro, la nacion demoró trece minutos. En algunos sectores solo había habilitados dos de cuatro carriles rumbo al norte.
La mayor limitación para circular la aportaron algunos camiones y grúas que continúan trabajando en la zona y se retirarán en cuanto terminen los últimos detalles. Algunas veredas y tramos permanecen en construcción. Con menos camiones en el paisaje al nivel, se puede apreciar más la vista de la Casa Rosada o los edificios de Puerto Madero en toda la traza.
También destacaron la nueva vista los peatones, desde las flamantes escalinatas que conectan la Plaza de Mayo con Puerto Madero a más de seis metros de altura por encima del Paseo del Bajo. Desde allí tomaban fotos de la nueva postal porteña.
Hubo muchos agentes de tránsito -unos 400, según estimaciones oficiales- que indicaban a los automovilistas por dónde podían circular. La mayor confusión se dio con el sector de la avenida Antártida Argentina que permite conectar directamente con la autopista Illia, pero por la mañana no estaba habilitada, lo que ocurrió durante la tarde.
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