Tomaron a 72 conductoras desde 2015, pero 140 siguen esperando.Pese al avance, el cupo todavía está lejos del 30 % que ordenó la Justicia.
Se saludan con un toque de bocina en código cuando se cruzan en una esquina. Están en contacto en grupos de WhatsApp. Se apoyan entre ellas y algunas se juntan a festejar cumpleaños. Son las primeras 72 salteñas que trabajan como conductoras de colectivo. Representan al 5 % de los 1.500 choferes que hay en las calles, una proporción muy acotada pero que hasta hace menos de dos años era nula.
En julio de 2015 se contrató a la primera mujer para hacerse cargo de una línea urbana. La decisión llegó dos meses después de un fallo de la Corte de Justicia de Salta que ordenó el cese inmediato de la discriminación por razones de género por parte de las transportistas, que solo empleaban a varones hasta ese momento.
Desde entonces, las empresas deben tomar a dos mujeres por cada hombre. Esta política debe sostenerse hasta que al menos el 30 por ciento de los planteles sean femeninos. La sentencia no estableció un plazo de tiempo para llegar a ese cupo.
Un año y nueve meses después, hay 140 salteñas que se capacitaron para conducir colectivos inscriptas en un registro de la AMT (Autoridad Metropolitana de Transporte). Las que figuran en esta nómina esperan que se produzca una vacante para ingresar al sistema.
Somos pocas y nos tenemos que cuidar entre todas. Nos conocimos en una capacitación de la AMT y quedó un vínculo de compañerismo. Tendríamos que ser más. Todos merecemos una oportunidad. Es un trabajo para cualquiera que esté capacitado para enfrentarlo con responsabilidad, dice aEl TribunoSandra Costilla, conductora del ómnibus metropolitano.
Liliana Leiva fue la primera mujer contratada para manejar un ómnibus en Salta, aunque dejó poco más de un año después. Al principio todos se asombraban de verte manejando. De a poco se fue haciendo más normal. Ahora, si las cambian de línea la gente enseguida empieza a preguntar por qué no están, cuenta.
Desde octubre de 2016 empezaron a manejar 20 mujeres, según información de la AMT. Para los pasajeros frecuentes ya es común verlas al volante.
Muchos las saludan por sus nombres y se sienten más cómodos para preguntarles sobre el recorrido o las paradas. Pero a otros les sigue resultando extraño y las observan más que si fueran hombres. A veces mirás por el retrovisor y te das cuenta de que tenés cuarenta ojos viéndote, relata Sandra, que sin embargo destaca el buen trato de la gente.
El caso que no se resolvió
El fallo que obligó a las empresas a incorporar a colectiveras llegó gracias a la lucha de Mirtha Sisnero, que presentó un recurso de amparo en el que denunciaba que la ignoraban cuando se postulaba como conductora solo por ser mujer.
El caso recorrió un extenso camino en la Justicia. En primera instancia, el juez Mario D’Jallad ordenó que las empresas tomaran a mujeres hasta que llegaran a ser un 30 por ciento del plantel y que Mirtha Sisnero fuera la primera en ser tenida en cuenta.
Luego las transportistas apelaron para que la Corte de Justicia tomara una decisión definitiva sobre el tema. El máximo tribunal provincial consideró que la discriminación no estaba probada y que las empresas tenían la libertad de decidir a quién contratar de acuerdo a sus criterios.
Entonces Mirtha volvió a apelar y la causa llego a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que determinó que la demandante tenía razón y envió el expediente de regreso a Salta para que se reconsideraran sus argumentos.
Finalmente, la Corte de Justicia de Salta ordenó que la AMT creara un registro de todas las salteñas en condiciones de manejar. También dispuso que las empresas recurrieran a este listado cada vez que necesitaran incorporar personal y que Mirtha Sisnero estuviera primera en la nómina. Además, se estableció que se debía avanzar progresivamente hasta que las conductoras estuvieran al frente del 30 por ciento de las unidades.
Pese a que 72 mujeres entraron desde entonces, Mirtha Sisnero nunca consiguió un puesto. La semana pasada le escribió una carta al presidente de la Corte de Justicia de Salta, Guillermo Catalano, en la que describe que todavía no le explicaron por qué ella no puede trabajar.
Quiero contarle que mi búsqueda de trabajo fue un peregrinar. Sufrí la injusticia y usaron cada una de las excusas pese a mi probada idoneidad y experiencia, reclamó en la nota.
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